martes, agosto 23, 2005
Simetrías
El valle es profundo, marrón, gris, calino, aragonés; una piel áspera y retorcida donde crecen el tomillo y la retama, la zarzamora y el junco si pasa el río por él. El zorro y el visón corren bajo la noche, sabedores de que el día es del jabato. Y todos ellos huyen del rey del valle, del rey que planea en el cielo, hendiendo el aire y oteando el suelo con sus ojos acuosos...
El granero de la casa está siendo reconvertido en un dormitorio: renovado, repintado, retechado. El techo del granero ahora es sólo un plástico transparente clavado sobre las vigas, ondulándose como la superficie del mar cuando sopla el viento. Despues de comer el niño se tumba en la desvencijada cama del granero para ver el cielo, harto de que le manden a dormir la siesta cuando él lo que quiere es jugar, y allí cuenta nubes y estelas de aviones.
De repente hay un sonido de trueno y la tarde parece llegar súbitamente.
El plástico del techo parece hundirse, cómo si tuviera que soportar un peso muy superior al que estaba soportando hasta ese momento. El niño abre los ojos, sin comprender realmente qué está ocurriendo, hasta que comprende que el hundimiento del techo y el trueno no han sido provocados sino por el poderoso batir de alas del rey del valle, que ahora se posa sobre la viga principal, tapando el sol con su cuerpo y dirigiendo su cabeza hacia la cama. Sus miradas se cruzan, apenas dos metros de separación entre ellas. El niño se siente pequeño, asustado, hasta que el rey del valle vuelve a extender sus alas, cada una tan grande como el propio niño, y levanta el vuelo de nuevo.
El aligote
Hoy me siento...
Hoy suena a... The Evens - You won't feel a thing
El granero de la casa está siendo reconvertido en un dormitorio: renovado, repintado, retechado. El techo del granero ahora es sólo un plástico transparente clavado sobre las vigas, ondulándose como la superficie del mar cuando sopla el viento. Despues de comer el niño se tumba en la desvencijada cama del granero para ver el cielo, harto de que le manden a dormir la siesta cuando él lo que quiere es jugar, y allí cuenta nubes y estelas de aviones.
De repente hay un sonido de trueno y la tarde parece llegar súbitamente.
El plástico del techo parece hundirse, cómo si tuviera que soportar un peso muy superior al que estaba soportando hasta ese momento. El niño abre los ojos, sin comprender realmente qué está ocurriendo, hasta que comprende que el hundimiento del techo y el trueno no han sido provocados sino por el poderoso batir de alas del rey del valle, que ahora se posa sobre la viga principal, tapando el sol con su cuerpo y dirigiendo su cabeza hacia la cama. Sus miradas se cruzan, apenas dos metros de separación entre ellas. El niño se siente pequeño, asustado, hasta que el rey del valle vuelve a extender sus alas, cada una tan grande como el propio niño, y levanta el vuelo de nuevo.
El aligote
Hoy me siento...
Hoy suena a... The Evens - You won't feel a thing