viernes, julio 30, 2004

La noche

La noche terminó con confetti disolviéndose dentro mi copa de champán y con serpentinas metidas dentro de mis zapatos, que por cierto me estaban matando. La corbata flotaba en el agua del puerto desde hacía horas, así que nadie se habría extrañado de ver mi chaqueta aparecer a su lado. Nadie lo hizo.

La noche había sido inicialmente bastante peculiar, con mi hermana y yo metidos en un coche con varios desconocidos, todos ellos con traje negro y gafas de sol de diseño. Gente de dinero que solía correrse grandes fiestas. Mi hermana, abrazada por el más grande de ellos, me miraba en silencio. Yo me encontraba sentado entre dos de ellos, que tambien me miraban constantemente. Al estar entre gente que no conocíamos, nos sentíamos muy violentos. Nadie hablaba.

La noche había empezado con mi hermana y yo alejándonos del cotillón y conduciendo hacia la fiesta donde esperábamos encontrarnos con nuestros amigos. Algo bebidos, tal vez, pero no lo bastante. La desgracia había hecho que al pararnos para ayudar a un coche aparentemente accidentado en la cuneta de la autopista hubieramos visto cómo uno de los hombres trajeados perforaba la nuca de un conocido usurero de la ciudad con una bala brillante.

La noche había continuado con mis pies siendo metidos dentro de un molde de cemento y mi cuerpo lanzado al mar junto al rompeolas, donde los cangrejos podrían jugar conmigo durante el tiempo que faltaba hasta que amaneciera. Yo aún sostenía estúpidamente en mi mano izquierda la copa de cava que había robado en el cotillón, aferrándome a ella como si mi vida dependiera de ello...

El día de Año Nuevo no prometía nada interesante...



Relato breve publicado originalmente en mi LiveJournal, revisado y reeditado antes de republicarlo

De CIRSA a NASA

Una máquina tragaperras no es una nave espacial, y el chaval debe aprenderlo. La vieja, gorda y sudorosa madre golpea al niño en la base de la nuca y suelta un siseo venenoso mientras lo arrastra de vuelta a la silla. La fulmino con la mirada cuando pasa frente a mi mesa, pero ella ni se inmuta y vuelve a golpear mientras por su boca surge un chorro de agravios que posiblemente harán que dentro de diez o doce años el pobre chico, que tiene cara de gamberrete astuto que se sorbe los mocos y come polos de fresa, sienta ganas de quemar cabinas telefónicas. No me das más que disgustos. Ya verás cuando se lo diga a tu padre. No sabes hacer nada bueno. Mira cómo se te ríe esa niña de ahí. Un día de estos me voy a matar y la culpa será tuya. Mis compañeras de mesa se remueven incómodas y presiento que una de ellas va a intervenir... pero no hace falta.

De repente, el loro del bar chilla, imitando el tono de voz agudo e histérico de la bruja. A la perfección. Frase por frase, como si se burlara de ella. Burlándose de ella, en efecto. Se oyen risas apagadas por todo el bar. La bruja se queda congelada, empalidece y suelta al niño, que sale corriendo de nuevo a jugar golpeando los botones de la tragaperras. No se atreve a mirar a nadie a la cara y remueve su café.

El instinto maternal acaba de usar a un loro para gritar "venganza".

¡Bienvenidos!

Casa nueva, amiguetes y amiguillas. Toca desempaquetar y esas cosas. Sacar el estropajo, las botellas de cerveza, la máquina de afeitar, la escopeta de sal, el cachirulo y los pantalones, y empezar a ponerlos por las escaleras. ¿Os gusta el nuevo servidor? Es como el otro, pero más coqueto y agradable. Sólo de verlo ya me dan ganas de ronronear. Me da un buen rollo acojonante. A ver si dura.

Espero que nos veamos muy a menudo por aquí. Que os reflejeis mucho en las aguas de este pacífico estanque que me he comprado en las afueras de Internet. Que leais y de paso me conteis cosas. Que es mucho cachondeíto que nadie responda y despues vía mail, messenger y similares reciba comentarios. Muy mal, ¡eso no se hace!

Vale, no me rayo mucho más. Voy a reventar la botella de Moët Chandon contra la pantalla del ordenata y damos esto por inaugurado.

¡Salud!


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