lunes, septiembre 19, 2005
Mundos paralelos
Toses. Escupes. Crees que vas a morir, pero no lo haces. La garganta te arde, la cabeza parece que te vaya a explotar y los oídos te pitan. Hace días que no llevas reloj de pulsera y no recuerdas cuánto tiempo llevas sin pasar por tu casa.
Sabes que mucha gente ha sentido lo mismo alguna vez, y te sientes hermanado. Acompañado por gente a la que no conoces. Comprendido por gente a la que detestas. Extrañamente jubiloso.
Como un parapsicólogo ochentero en plena sobredosis de raíz de mandrágora descubrí la existencia de un mundo paralelo al mío, un mundo similar pero sutilmente diferente, lo suficiente como para ponerme los pelos de punta. Y como el protagonista de una película de ciencia-ficción sesentera comencé a descubrir entre los rostros que me rodeaban varios habitantes de ese otro mundo, como si de repente me hubiera puesto unas gafas positrónicas que me hubieran permitido desemascarar a los alienígenas infiltrados entre nosotros. Y ví amigos y amantes, y entendí el por qué de mis problemas con muchos de ellos. "Nunca seré uno de ellos, nunca formaré parte de su mundo". Su mundo es ordenado y metódico, el mío caótico. El suyo es de sonrisa y el mío de carcajada. He pasado muchos años intentando ingresar en su lado de la vida, y ahora...
Ahora...
Un cerco negro rodea tus ojos y tu piel está más pálida que nunca. Te miras en el espejo del baño del lavabo pero sólo puedes ver tu cara cuando el fluorescente que pendula sobre tí decide volver a la vida durante unos segundos. La gotera del techo martillea rítmicamente en tu cabeza. El humo del cigarrillo de tu acompañante atraviesa de repente el espacio entre tu cara y el espejo, obligándote a dejar de clavar los ojos en tu demacrado reflejo. Miras hacia tu derecha, donde sólo puedes ver una sombra y el punto rojo de un cigarro encendido pero dodne sabes que unos dientes amarillos deben estar sonriendo.
- Eres uno de los nuestros. -dice él mientras escupe al suelo.
- Sí.-murmuras.
Ahora por fin comprendo que como agua y fuego somos incompatibles, incompatibles pero ambos necesarios. Que me puedo reflejar en ellos pero que me apagarán si entro en contacto con su piel. Que los hijos de Caín y la estirpe de Abel vivirán para siempre entrelazados, mezclados, que se casarán entre sí y forjaran poderosas amistades, pero que nunca llegarán realmente a tocarse.
- Sí. -repites, con convencimiento.
La sombra calla.
- Sí. -vuelves a repetir, con orgullo.
Oyes una risa queda, una risa de tranquila soberbia. Miras a la sombra a la cara y por fin puedes ver sus ojos iluminarse cuando le da una profunda calada a su cigarro. Sus ojos rojos te miran sin parpadear y encienden una chispa en algún lugar de tu interior.
- ¿Por dónde empezamos? -le susurras.
- Por cualquier sitio. Hay mucho que hacer. Vamos... No tenemos toda la noche...
Y sales a la oscuridad.
Hoy me siento...
Hoy suena a... Pulp - Common people
Sabes que mucha gente ha sentido lo mismo alguna vez, y te sientes hermanado. Acompañado por gente a la que no conoces. Comprendido por gente a la que detestas. Extrañamente jubiloso.
Como un parapsicólogo ochentero en plena sobredosis de raíz de mandrágora descubrí la existencia de un mundo paralelo al mío, un mundo similar pero sutilmente diferente, lo suficiente como para ponerme los pelos de punta. Y como el protagonista de una película de ciencia-ficción sesentera comencé a descubrir entre los rostros que me rodeaban varios habitantes de ese otro mundo, como si de repente me hubiera puesto unas gafas positrónicas que me hubieran permitido desemascarar a los alienígenas infiltrados entre nosotros. Y ví amigos y amantes, y entendí el por qué de mis problemas con muchos de ellos. "Nunca seré uno de ellos, nunca formaré parte de su mundo". Su mundo es ordenado y metódico, el mío caótico. El suyo es de sonrisa y el mío de carcajada. He pasado muchos años intentando ingresar en su lado de la vida, y ahora...
Ahora...
Un cerco negro rodea tus ojos y tu piel está más pálida que nunca. Te miras en el espejo del baño del lavabo pero sólo puedes ver tu cara cuando el fluorescente que pendula sobre tí decide volver a la vida durante unos segundos. La gotera del techo martillea rítmicamente en tu cabeza. El humo del cigarrillo de tu acompañante atraviesa de repente el espacio entre tu cara y el espejo, obligándote a dejar de clavar los ojos en tu demacrado reflejo. Miras hacia tu derecha, donde sólo puedes ver una sombra y el punto rojo de un cigarro encendido pero dodne sabes que unos dientes amarillos deben estar sonriendo.
- Eres uno de los nuestros. -dice él mientras escupe al suelo.
- Sí.-murmuras.
Ahora por fin comprendo que como agua y fuego somos incompatibles, incompatibles pero ambos necesarios. Que me puedo reflejar en ellos pero que me apagarán si entro en contacto con su piel. Que los hijos de Caín y la estirpe de Abel vivirán para siempre entrelazados, mezclados, que se casarán entre sí y forjaran poderosas amistades, pero que nunca llegarán realmente a tocarse.
- Sí. -repites, con convencimiento.
La sombra calla.
- Sí. -vuelves a repetir, con orgullo.
Oyes una risa queda, una risa de tranquila soberbia. Miras a la sombra a la cara y por fin puedes ver sus ojos iluminarse cuando le da una profunda calada a su cigarro. Sus ojos rojos te miran sin parpadear y encienden una chispa en algún lugar de tu interior.
- ¿Por dónde empezamos? -le susurras.
- Por cualquier sitio. Hay mucho que hacer. Vamos... No tenemos toda la noche...
Y sales a la oscuridad.
Hoy me siento...
Hoy suena a... Pulp - Common people