sábado, septiembre 04, 2004

Ahora no quiero verla

He de confesarte que esta noche no he dormido solo.

Casi puedo oírte riéndote de mí y verte mirándome con tu mohín de fastidio, preguntándome por qué me complico tanto la vida. Tu vision flota unos segundos frente a mí y despues se descompone en motas de polvo que brillan y bailan en el aire. La luz del amanecer comienza ya a derramarse por entre las tablas de la persiana, los objetos comienzan a recuperar lentamente sus bordes, los colores comienzan a salir de sus escondites y yo la miro dormir desde el pie de la cama. Duerme con una expresion plácida, con una sonrisa esbozada, apenas dibujada con un trazo de lápiz. Su piel es blanca, muy blanca, más blanca de lo que me merezco. Me pregunto cómo será su despertar, si se abrirá como una flor e irradiará alegría igual que hacías tú o si más bien su despertar será hosco como el mío, un despertar legañoso y lleno de pereza. Un despertar que sólo fue feliz cuando lo fue a tu lado. Pienso que realmente me da igual cómo sea su despertar, que es una curiosidad meramente científica, racional, desapasionada. Ahora se me ocurre que no sé si tú serás feliz allá donde estés, ni si en el lugar donde quiera que todos acabemos tambien habrá despertares. La verdad es que tambien me da igual; en este momento me dais igual ella y tú. En este momento no siento nada más que el peso del cansancio y de la falta de sueño; todo es mecánico, nada es etéreo.

Amanece mientras yo aparentemente estoy sentado en una silla mirando a una cama revuelta, pero en realidad me encuentro sumergido en un limbo lento y sordo, presa de una frialdad y un entumecimiento que no soy capaz de sacudirme de encima. Como suele pasarme últimamente echo de menos un cigarrillo que poder echarme a la boca, a ver si tal vez el humo me aclara la mente o por lo menos me devuelve al mundo real y me saca de este estúpido vacío que no debería estar sintiendo. Pero no puedo evitarlo: estoy helado por dentro. La miro volverse y darme la espalda. Pienso que debería parpadear. Parpadeo. Hablo contigo entre susurros y me pregunto si es normal, si es sano que siga considerándote la interlocutora perfecta incluso despues de que alguien te arrancase de mi vida de una manera tan estúpida e injusta. Pienso que me gustaría presentártela, que creo que te gustaría, que te caería bien, que creerías en ella como yo creía en tí. Pienso que me gustaría volver a sentir.

He estado a punto de llamarla por tu nombre, ¿sabes? No es una situacion extraña para nosotros, lo sé, pero esta vez me ha pillado por sorpresa. Tu inicial se ha quedado atascada en mi garganta y me ha hecho sufrir, quemándome allí mientras yo me mordía el labio para contener las lágrimas. He sentido sus músculos tensarse súbitamente, mantenerse así unos segundos y despues relajarse con dos suspiros, uno profundo y otro apenas audible. Tan distinta a tí. Tan extraña, tan de fuera, tan errónea.

Quiero sentir de nuevo. Quiero pensar que el hombre que te dejó tirada sobre el bordillo y despues salió corriendo en su coche no dejó tambien desparramada mi alma. Que te llevaste sólo un trozo de ella, que fui herido pero no asesinado. La miro y tengo miedo, tengo miedo de que despierte y de mirarla igual que se mira a un objeto. Tengo miedo de que me estorbe y me moleste. Tengo miedo de que no haya nada dentro de mí que pueda devolverle lo que sea que ella sienta.

Me ha oído. La escucho desperezarse y las sábanas crujir. Se gira hacia mí. Abre los ojos. Ahora es la persona con más poder sobre mí en todo el universo, pues tiene mi alma en sus manos y está dispuesta a pesarla en una balanza. Sonríe.

Siento calor.

Entrada publicada originalmente en mi viejo LiveJournal a 17 de mayo de 2004 y repuesta por petición popular (vale, de dos personas, pero ya es más de lo que suelo recibir, así que agua)

Hoy me siento...
Hoy suena a... Morrissey - Everyday is like Sunday



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?