jueves, enero 13, 2005
Cuento de hadas
Había una vez, en un país multicolor donde beben mucha sidra y las abuelas dicen frases llenas de sabiduría que ponen los pelos de la nuca firmes, una princesa alta y de ojos azules a la que llamaremos Princesa Nena. Los papás de Nena la querían mucho, sus amigos la adoraban y su hermana, bien, gracias. Nena era una princesa hacendosa, pues además de gustarle mucho los idiomas trabajaba separando microbios. Cogía los microbios y decía:
- Tú eres microbio macho, tú microbio hembra, tú tambien hembra, tú macho...
Y los guardaba en dos frascos diferentes. Una vez al año acudía a congresos con otros eminentes separadores de microbios como Grisson o Ana Obregón, y así era feliz. Hastá que un día se equivocó en el trabajo porque se había distraído mirando una foto del Harrison Ford en la Lecturas y metió a un microbio macho en el frasco de las niñas. El microbio sintió su masculinidad viral herida y dijo:
- ¿Ah, sí? Pues ahora te vas a enterar.
Y de un salto se coló dentro del escote de Nena y la puso enfermita. Así que, cuando su mami vino a despertarla a la mañana siguiente, Nena dijo:
- Filbit champú, Filbit mamá, porque más vale Filbit que tenerse que rascar.
Y dándose cuenta de que se había equivocado de anuncio enseguida corrigió:
- Tjom, tjom, me cuesta respirar.
Como su mamá no era médico no sabía que hacer, así que la hinchó a Clamoxil, pero Nena se acordó de que el bufón de la corte, con el que salía a veces de picos pardos y que tenía la manía de llamarla "pervertida", le había prometido una historia si se ponía mala, así que en camisón fue hasta la sala de bufones del palacio y se encontró con el Bufón Bijou, que era un payaso guapísimo pero como tenía las manos pequeñas no valía ni para fregar. Nena le dijo al bufón:
- Estoy malita.
Y el bufón le respondió:
- Pues a mi me parece que estás muy buena.
Nena le dio una colleja así, a la media vuelta, y le replicó:
- Hoy no.
El bufón se levantó del suelo y le preguntó:
- ¿Que pasa pues? -porque este bufón era un inmigrante de otro reino donde se ponen las boinas a rosca.
Y la princesa respondió:
- No sé. Para mí que es un microbio rebelde con ganas de tocar los ovarios.
A lo cual el bufón respondió con la respuesta clásica de todos los cuentos de hadas:
- Cásate conmigo y seguro que lo solucionamos.
Nena le miró sin parpadear, puso la boca así como una línea sacada con tiralíneas y siseó:
- NO.
Y no es sólo porque el bufón tuviera las manos pequeñas, no, es que Nena era una princesa muy atea y lo de casarse le daba como que repelús. El bufón se pasó siete horas llorando e iba a responderle algo, pero Nena le cortó:
- Ahórratelo, que he visto Tesis y me sé el cuento. Si se te rompe el corazón, te compras otro. Me voy al médico que ese igual sí que sabe algo.
Nena dio media vuelta y se fue trotando mientras comentaba: "Por cierto, qué bonita Mar Adentro, lo que lloré".
Así que Nena se fue al médico, que le quitó el tabaco y le dijo que reposo, que el microbio rebelde ya tendría que salir a respirar, y que nada de bufones entre comidas. Y vivieron felices y comieron perdices.
Ponte buena
Hoy me siento...
Hoy suena a... Javier Krahe - Cuervo ingénuo
- Tú eres microbio macho, tú microbio hembra, tú tambien hembra, tú macho...
Y los guardaba en dos frascos diferentes. Una vez al año acudía a congresos con otros eminentes separadores de microbios como Grisson o Ana Obregón, y así era feliz. Hastá que un día se equivocó en el trabajo porque se había distraído mirando una foto del Harrison Ford en la Lecturas y metió a un microbio macho en el frasco de las niñas. El microbio sintió su masculinidad viral herida y dijo:
- ¿Ah, sí? Pues ahora te vas a enterar.
Y de un salto se coló dentro del escote de Nena y la puso enfermita. Así que, cuando su mami vino a despertarla a la mañana siguiente, Nena dijo:
- Filbit champú, Filbit mamá, porque más vale Filbit que tenerse que rascar.
Y dándose cuenta de que se había equivocado de anuncio enseguida corrigió:
- Tjom, tjom, me cuesta respirar.
Como su mamá no era médico no sabía que hacer, así que la hinchó a Clamoxil, pero Nena se acordó de que el bufón de la corte, con el que salía a veces de picos pardos y que tenía la manía de llamarla "pervertida", le había prometido una historia si se ponía mala, así que en camisón fue hasta la sala de bufones del palacio y se encontró con el Bufón Bijou, que era un payaso guapísimo pero como tenía las manos pequeñas no valía ni para fregar. Nena le dijo al bufón:
- Estoy malita.
Y el bufón le respondió:
- Pues a mi me parece que estás muy buena.
Nena le dio una colleja así, a la media vuelta, y le replicó:
- Hoy no.
El bufón se levantó del suelo y le preguntó:
- ¿Que pasa pues? -porque este bufón era un inmigrante de otro reino donde se ponen las boinas a rosca.
Y la princesa respondió:
- No sé. Para mí que es un microbio rebelde con ganas de tocar los ovarios.
A lo cual el bufón respondió con la respuesta clásica de todos los cuentos de hadas:
- Cásate conmigo y seguro que lo solucionamos.
Nena le miró sin parpadear, puso la boca así como una línea sacada con tiralíneas y siseó:
- NO.
Y no es sólo porque el bufón tuviera las manos pequeñas, no, es que Nena era una princesa muy atea y lo de casarse le daba como que repelús. El bufón se pasó siete horas llorando e iba a responderle algo, pero Nena le cortó:
- Ahórratelo, que he visto Tesis y me sé el cuento. Si se te rompe el corazón, te compras otro. Me voy al médico que ese igual sí que sabe algo.
Nena dio media vuelta y se fue trotando mientras comentaba: "Por cierto, qué bonita Mar Adentro, lo que lloré".
Así que Nena se fue al médico, que le quitó el tabaco y le dijo que reposo, que el microbio rebelde ya tendría que salir a respirar, y que nada de bufones entre comidas. Y vivieron felices y comieron perdices.
Ponte buena
Hoy me siento...
Hoy suena a... Javier Krahe - Cuervo ingénuo