martes, enero 11, 2005

Permitidme que divague

Tengo cosas que hacer, que decir, que sentir. Fantaseo con desaparecer, no hacia la oscuridad sino hacia la luz; porque tiene que haber luz.

Leo cosas entre byte y byte, y frunzo el ceño, tuerzo el gesto, suspiro, me siento traicionado, ardo como una cerilla, me quema la garganta, luego sonrío, agito la cabeza, pienso en la lógica de todo, suspiro y asiento. Y ya. Y así todo. Y así otro día más. Tan obsesionado por la belleza y la justicia poética que no puedo levantar la mano contra ellas. Con complejo de martir y de genocida a la vez.

Despierto todas las mañanas desde hace un mes con el mismo sueño pantalleando en mi cabeza antes de desaparecer (...sino hacia la luz...). Sueño conmigo, y sólo conmigo. Y cuando hablo con la gente que me quiere -o que cree que me quiere- y veo cómo me ven, quiero seguir soñando, pero he prometido no hacerlo. Y me mata, y me corroe, y tengo ganas de hacerle pagar a todas las piezas de mi puzzle el precio que estoy pagando. O al menos de hacerles ver lo que pasa.

Fantaseo con desaparecer, estando despierto y dormido.

Veo un mar gris, un coche aparcado, hierba mecida, siento un viento que no es cierzo en la cara, oigo el crujir de las olas. Me siento cansado, sin tiempo libre para nada, más solo que la soledad, pero me veo sonreir. Y despierto. Y tengo miedo.

Ni yo mismo sé lo que estoy diciendo. Pero vamos, toda la vida ha sido así.

Hoy me siento...
Hoy suena a... Los Planetas - David y Claudia



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