sábado, agosto 07, 2004
Estrellas de nieve
El lunes me voy de vacaciones. Aunque este fin de semana aún estaré pululando por aquí no creo que haga ninguna entrada nueva. Así que sed buenos en mi ausencia y para que os enfrieis un poco y supereis los calores os republico un cuento invernal y luminoso. Si uno no puede plagiarse a sí mismo, ¿a quién puede hacerlo? Hasta la siguiente vuelta del camino.
El soldado alemán bajó el arma y le dirigió una mirada apenada a la niña durante unos segundos. La pequeña, paralizada y sujetando su muñeca de trapo contra el pecho con tal fuerza que sus nudillos se habían quedado blancos, miraba al joven alemán avanzar hacia ella y arrodillarse en la nieve para mirarla directamente a la cara. El soldado susurró:
- Tengo algo secreto aquí, dentro de mi mano cerrada.
La niña le miró con ojos asustados. El soldado levantó su puño frente a los ojos de la niña y prosiguió:
- ¿Quieres tocarlo? Es sedoso, liviano, tibio y blandito. ¿Tienes curiosidad, eh?
El soldado sonrió con alegría cuando la niña asintió con lentitud y dijo con voz débil:
- Vamos, si tú ya viste un poquito; sólo un poquito, ¿eh?, no el secreto entero. Venga. ¿Lo quieres, verdad?
Cuando el soldado levantó un poco más su puño la niña se echó hacia atrás. El nazi la miró con incomprensión:
- ¿A qué viene esa cara de susto? Aaaaah, claro, ¡tienes miedo de que despues te lo quite! Pero si yo no te he ofrecido que te lo quedes: sólo quiero dejarte verlo. -El nazi siguió hablando sólo, sin esperar ninguna respuesta- Ya, ya, un secreto no sirve para nada si no se comparte, y más este, pero por ahora sigue siendo mío. No, no lo voy a repartir entre todo el mundo. ¿Y si me lo manchan?
La niña miró a su muñeca y asintió con comprensión. El joven soldado bajó la voz y se tapó la boca con la otra mano, como si no quisiera que nadie pudiese oírlo:
- Es muy delicado, es facilísimo quebrarlo. Sólo dejo que se vea desde lejos, que se dude de su existencia, que se susurre sobre él, que se desee, que se luche por conseguirlo... pero es demasiado bonito para darlo a cualquiera que no lo aprecie en lo que vale y que pueda volver a arruinarlo.
La niña comenzó a sollozar y el joven soldado la miró con expresión triste:
- ¿Qué pasa? No me digas que has dejado de creer en los secretos...
El soldado suspiró y miró a su mano cerrada:
- Está bien: te diré lo que es...
Lentamente, el soldado abrió la mano y un resplandor cegador de luz blanca iluminó la calle nevada. Una estrella parecía haber nacido en el corazón de Varsovia. Los ojos de la niña brillaron y el soldado inclinó la cabeza con dulzura mientras musitaba:
- Es una pluma de ángel. Espero que te traiga algo de alegría...
Mientras el resplandor se apagaba de nuevo el soldado se levantó, palmeó la cabeza de la niña, se giró sobre sus talones y desapareció entre la nevada. Antes de verlo desaparecer la niña escuchó la voz del soldado susurrando:
- Una pluma que nació de mi propia espalda. Y es mía. Mía hasta el final de mis días. Es muy importante para mí, ¿entiendes?, sin ella no soy nada... No, peor: sin ella soy lo que tu gente dice que soy.
Hoy me siento...
Hoy suena a... Radiohead - Street Spirit